Me interesa transitar e indagar por distintas disciplinas para expandir y renovar mi lenguaje visual e ir mas allá de la imagen enmarcada.

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De la misma manera que la cámara fotográfica, los dispositivos de arte sonoro captan, reproducen y fijan la memoria. El sonido nos acerca a lo inmaterial y efímero (voz) cuando la representación no tiene rostro ni cuerpo. Estas características de lo sonoro me ayudan a articular mis preocupaciones formales e informales para profundizar en temas relacionado con el cuerpo y el género en sus dimensiones poéticas y políticas.

Lo que oyen los muros es una instalación sonora construida de materiales industriales. De la mano de la tecnología la instalación propone una comunidad digital, una colectividad de mujeres, cuyas voces traslapadas y entrecortadas provienen de una sola voz. Esta multiplicidad de voces de una sola persona representa los intentos inútiles de transmitir un mensaje y ser escuchada.

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Los muros oyen ruidos, pero no los escuchan.

 

Por esta diferencia, las ideas y demandas se estrellan contra la pared. Los espectadores pueden escuchar lo que oye el muro de bloques, simbolizando el peso y rigidez del patriarcado a través de la historia, un soporte voluminoso de apariencia sólida, aunque frágil, y no exento de su derrumbe.